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miércoles, 17 de octubre de 2012

Roma I

Il Castel Sant´Angelo
El Castillo de Sant'Angelo o Castel Sant'Angelo (también conocido como el Mausoleo de Adriano o Mole Adrianorum) es un monumento romano situado en la orilla derecha del río Tíber, en frente del pons Aelius (actual puente de Sant'Angelo), a poca distancia de la Ciudad del Vaticano. El emperador Adriano inició su construcción en el año 135, con el propósito de destinarlo para mausoleo personal y familiar, pero fue terminado por Antonino Pío en el 139, cambió de uso y se convirtió en un edificio militar que se integró a la Muralla Aureliana en el 403. Su nombre actual proviene del año 590, cuando durante una gran peste que golpeó a la ciudad de Roma. el papa Gregorio I, afirmó ver al Arcángel San Miguel, sobre la cima del castillo, envainando su espada e indicando así el fin de la epidemia. Para conmemorar esta “aparición”, una estatua de bronce, obra de Pierre van Verschaffelt sobre un croquis de Bernini. Sin embargo, no es la única aparición que ha quedado en el anecdotario de este castillo…



EL FANTASMA DE BEATRICE CENCI

La ciudad de Roma parece ser un semillero de "apariciones extrañas”, y de entre ellas merece especial atención la de Beatrice Cenci. Los vecinos del Puente Sant´Angelo afirman que, durante las noches, se suelen escuchar golpes, acompañados del transitar de una etérea figura femenina que se acerca al Puente, se queda allí unos segundos observando el río Tiber, para después regresar en silencio, portando entre sus blancas manos, la cabeza separada de su cuerpo hace muchos siglos atrás. 
Nocturna Pont Sant´Angelo . Roma
El Castel Sant'Angelo es, sin duda, uno de los lugares más misteriosos de Roma, ya que fue escenario, durante siglos, de diferentes formas de horror y de tormento.
La historia de Beatrice Cenci está ligada a este Castillo, porque fue aquí donde la mantuvieron prisionera junto a su familia, y donde la condenaron a muerte, con apenas 16 años, bajo el cargo de parricidio, convirtiéndose en uno de los recuerdos más tristes del cinquecento italiano y en un claro ejemplo de “justicia injusta” para con una mujer víctima del estupro.

Interior del Castel Sant´Angelo - Roma

Hija de Francesco Cenci, Beatriz vivió una vida atormentada por la persecución sexual y las palizas propinadas por el déspota de su padre. Por aquellos años  del siglo XVI, todo el mundo estaba al tanto de los perversos gustos sexuales de Francesco Cenci, y la propia Beatrice había enviado una carta al Papa Clemente VIII, en la que detallaba estas torturas. Sin embargo, ese documento, única prueba de su legítima defensa, nunca llegó a destino, y perdida toda esperanza de salvación, Beatrice decidió, con la complicidad de su madrastra y de su hermano mayor, asesinar a su padre. Las declaraciones hechas por la joven durante el juicio, son un fiel testimonio de los horrores que ésta  debió padecer. Distinto de lo planeado, los sicarios encargados de llevar a cabo el crimen, se arrepintieron a último momento, razón por la cual fue la propia  Beatrice quien  terminó de ultimar al padre con sus propias manos.
Bernardo  y Santiago (hermanos de la joven), Lucrecia  (la madrastra) y Beatrice fueron tomados prisioneros en el Castel Sant'Angelo, donde se los torturó salvajemente  hasta la confesión. El Papa dispuso la pena de muerte, pero como toda Roma se puso del lado de la victimaria, el plazo se pospuso unos días y, no obstante haber contado con los mejores abogados para su defensa, Clemente VIII nunca quiso escuchar razón alguna para el perdón, y a las 4 de la mañana del Viernes, 10 de septiembre 1599 se llevó a cabo la sentencia para todos los miembros de la familia, excepto para Bernardo por ser apenas un niño.
El último diálogo mantenido entre Beatriz y el juez, certifica el grado de angustia de la joven:

"Juez: Usted ha cometido un crimen horrible.
 Beatriz: Elegí la justicia por mí misma.
 Juez: Que Dios tenga misericordia de usted. Mañana será llevada a la muerte.
 Beatriz: No quiero morir... ¿Quién me puede garantizar que no encontraré otra vez a mi padre! "
Interior del Castel Sant´Angelo - Roma
En la plaza de Ponte Sant'Angelo se construyó un gran escenario para las ejecuciones: las dos mujeres por decapitación y Santiiago por "golpes" que destrozarían su cráneo. Algunas fuentes afirman que el pequeño Bernardo, a pesar de haber recibido la gracia del perdón por su corta edad, fue castrado y atado a una silla justo delante del cadalso, para asistir a las ejecuciones de su familia.
Y la historia continuó, porque dos de los verdugos que habían llevado a cabo las ejecuciones terminaron trágicamente sus días: uno de ellos murió trece días después de la muerte de los Cenci, oprimido por las pesadillas y remordimientos que padecía por haber infringido feroces tormentos a los culpables; y el segundo, murió apuñalado un mes más tarde, en la puerta del castillo, cerca del lugar de la ejecución de Beatrice.
La historia se mantiene viva a través de distintos testimonios artísticos, ha sido llevada al teatro en puestas memorables y también al cine en dos ocasiones: una dirigida por Baldassarre Negroni en la versión muda del año 1926, y otra en 1969, en una adaptación más contemporánea, dirigida por Lucio Fulci. Las narraciones escritas de este suceso, ya sea como tema principal de una obra (“La tragedia di Beatrice Cenci” de Cesare Domenico) o integrando otros racontos y leyendas ( “Virgo Virago” de Francesca Santucci), sostienen en la conciencia romana este recuerdo negro de su historia.

Vista de Roma desde la terraza del Castel Sant´Angelo

Cuentan que un artista llamado Camucci, encargado de restaurar la obra “La Transfiguración” de Rafael en la iglesia de S.Pietro in Montorio, vió como unos soldados levantaban las losas de los sepulcros distrubuídos en el suelo de la chiesa, descubriendo todos los ataúdes que éstas cubrían, entre ellos, el de la joven Beatrice, que todavía conservaba el esqueleto y la cabeza a un lado, y cuya alma parece no haber superado nunca la tortura eterna…Todos los 11 septiembre, aniversario del ajusticiamiento, el cuerpo terrenal de la Cenci, sigue vagando por el Ponte Sant'Angelo con la cabeza cortada entre sus manos.

"Ningún juez me va a devolver el alma. Mi único delito es haber nacido! "

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