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jueves, 15 de noviembre de 2012

San Bartolomé "scorticato"


La escultura de San Bartolomé “desollado” que está en el Duomo de Milán, aparece sumamente siniestra a la vista de los visitantes, ya que refleja con un gran realismo la figura de ese Santo desollado (“scorticato”), con todos los músculos del cuerpo descarnados y su propia piel colgada, como un manto, de su brazo izquierdo.

Estatua de San Bartolomé - Obra de Marco D´Agrate - en el Duomo de Milán

Esta tortura que consistía en el desollamiento vivo de una persona, era conocida como la “tortura persa”.
San Bartolomé fue uno de los doce Apóstoles seguidores de Cristo, y fue quien, tras la resurrección de Jesús, se convirtió en predicador itinerante de la religión cristiana, en Armenia, India y Mesopotamia. Nathaniel (en hebreo, "Dios ha dado") fue su nombre y Bartolomé habría sido su apellido patronímico. Se hizo famoso por su capacidad para sanar a los enfermos y a los poseídos. Los paganos lo condenaron a la “tortura persa” y luego lo crucificaron.
Las reliquias de San Bartolomé, según una tradición, fueron enterradas en la isla de Lipara y eventualmente fueron trasladadas a Benevento, Italia y después a Roma donde ahora descansan en la Iglesia homónima de la "Isola Tiberina". Se dice que la Reina Emma, esposa del Rey Canute, entregó uno de sus brazos a Canterbury en el siglo XI. Como si su martirio no hubiera sido suficiente, distintas partes de su cuerpo han sido distribuidas en varias iglesias europeas.
Semejante historia no pasó desapercibida a los artistas en el transcurso de los siglos, y la tradición iconográfica del Santo es extremadamente rica. Su culto estaba muy difundido, por ejemplo, en el mundo bizantino e, incluso, la imagen más antigua que se conoce de San Bartolomé en Italia, la constituyen dos hermosas cabezas pintadas en una pared de Santa María Antiqua en Roma, que data del siglo VIII, y que sin duda es atribuible a la tradición oriental que representa al apóstol con barba, en plena madurez, a menudo con el libro y el cuchillo en la mano, en clara alusión al Evangelio proclamado y al sufrimiento del martirio.
Para los creyentes cristianos, San Bartolomé es patrón de los carniceros, fabricantes de libros, guantes, pieles, zapateros, sastres, mercaderes de queso, viñadores, albañiles y se le invoca, sobre todo, cuando algún enfermo padece desórdenes nerviosos.

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